Emociones
Las emociones resultan de la actividad del
sistema nervioso, al igual que los movimientos voluntarios. Las emociones
proporcionan el “color” al comportamiento, y son necesarias para la
supervivencia del individuo, por ejemplo la rabia o la agresividad permite al
sujeto enfrentarse con un enemigo, o si el sistema nervioso juzga que el
enemigo es demasiado peligroso sustituye la rabia por miedo para que se pueda
escapar de él.
La emoción tiene dos componentes: uno es
la sensación subjetiva que sentimos en nuestro interior. El otro componente es
la manifestación externa de la emoción. A veces es posible separar los dos
componentes, por ejemplo, un actor puede simular todas las manifestaciones de
una emoción sin realmente sentirla.
Las emociones son reacciones
psicofisiologicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
del hombre cuando ve algo o una persona importante para
ellos.,Psicologicamente las emociones alteran la atención,
hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y
activan redes asociativas relevantes en la memoria.
Fisiologicamente, las emociones organizan
rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las
expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema
nervioso autónomo y la del y la del sistema endocrino , a fin de
establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.
Conductualmente, las emociones sirven para
establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan
hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. Las
emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y
poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta
variación entre individuos, grupos y culturas (Levenson, 1994).
Eso indica que estos dos aspectos de la emoción pueden residir en regiones separadas del sistema nervioso.
Las emociones de miedo o rabia se originan en la amígdala cerebral
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Primeramente,
el sistema nervioso debe determinar cuál es la emoción adecuada en cada caso.
Esto lo realiza, al menos en parte, una estructura llamada amígdala cerebral.
La corteza cerebral envía una copia de la información sensorial que recibe a la
amígdala, y esta decide si el estímulo es amenazador, y si se debe responder a
él con agresividad o miedo. Los animales que tienen lesionada la amígdala
cerebral se vuelven mansos porque pierden toda la agresividad, y tampoco son
capaces de mostrar miedo ante estímulos que normalmente les asustarían. Parece
que en la amígdala se originan las emociones del miedo y la furia, pero no las
emociones agradables, como la alegría o la felicidad. En dónde se originan
estas no se conoce.
Una vez que la amígdala ha decidido que el estímulo requiere una respuesta
de miedo o rabia, envía señales a otros lugares del cerebro para poner en
marcha los distintos componentes de estas emociones. Por un lado, envía señales
a la corteza cerebral para desencadenar la emoción subjetiva interna, y por
otro lado desencadena la expresión externa de la misma.
Supongamos que vamos
por una calle de noche y vemos una sombra detrás de una esquina. Inmediatamente
se acelera el corazón, la respiración se convierte en un jadeo, y un sudor frío
nos cubre la piel. El vello se eriza y se nos pone la “carne de gallina” y
sentimos un nudo en el estómago. Si lo consideramos detenidamente, muchos de
estos cambios resultan lógicos para enfrentarse a una amenaza: el aumento de la
frecuencia cardíaca y respiratoria permite aportar más oxígeno a los
músculos, en el caso de que haya que hacer un esfuerzo, como salir corriendo.
El sudor permite eliminar el exceso de calor que se producirá con ese esfuerzo.
La pilo erección o erizamiento del pelo no tiene mucha utilidad en
humanos, pero en animales con pelaje tupido les hace parecer más grandes, lo
que puede atemorizar a un posible enemigo.
En
el interior del cerebro, lo que ha sucedido es que la corteza visual ha enviado
la imagen de la sombra a la amígdala, esta ha decidido que representa una
posible amenaza, y a su vez ha enviado la orden al hipotálamo para que ponga en
marcha todo el sistema de emergencia ante un peligro.

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